05.12.2017 20:45 h

Las pancartas políticas se invitan a los estadios

Banderas independentistas en el estadio del FC Barcelona. (Foto: Getty)
Banderas independentistas en el estadio del FC Barcelona. (Foto: Getty)

¿Apoyar la independencia de Cataluña en el estadio o reclamar ruinas antiguas 'robadas' por una potencia extranjera? Pese a la prohibición de la UEFA, cada vez más las aficiones aprovechan el escaparate único de la Liga de Campeones de fútbol para difundir mensajes políticos.

¿Replicarán los hinchas del Tottenham a los ultras del Apoel de Nicosia? Con una pancarta desplegada en el partido de ida de la fase de grupos, los aficionados chipriotas declararon a finales de septiembre: "La historia no puede ser robada, ¡devolvednos los mármoles!".

Era una referencia a los mármoles de Elgin, que componen gran parte del friso del célebre Partenón de Atenas y que están expuestos en el prestigioso Museo Británico de Londres desde comienzos del siglo XIX. Vestigios que son considerados, 200 años después, como parte del patrimonio heleno.

Un caso que está lejos de ser una excepción esta temporada. Durante el partido entre el Barcelona y el Olympiacos (3-1) a finales de octubre, los aficionados del Camp Nou desplegaron una pancarta con el lema "Libertad para Cataluña" en plena crisis política por el referéndum de autodeterminación.

La puesta en escena más espectacular, no obstante, fue la de los ultras del Legia de Varsovia con el gigantesco mosaico que formaron a finales de agosto durante la 3ª ronda de la previa contra el Astana, que representaba a un niño amenazado por un soldado de la Wehrmacht, acompañado por el mensaje: "Durante la insurrección de Varsovia, los alemanes mataron a 160.000 personas, muchos de ellos niños".

Aunque las exhibiciones políticas de este tipo siguen siendo "bastante marginales" por la heterogeneidad y la variedad de posicionamientos entre los seguidores de fútbol europeos, "algunos grupos utilizan esta tribuna para publicitar sus reivindicaciones con una gran resonancia, explica a la AFP el sociólogo Ludovic Lestrelin.

"La adopción de símbolos provocadores desde un punto de vista político se inscribe dentro de una retórica guerrera para impactar y de darse una identidad fuerte", completa Sébastien Louis, autor de un libro sobre los grupos de aficionados radicales ("Ultras, les autres protagonistes du fooball").

Actividades prohibidas 

Para la UEFA, estos actos son "ilegales" porque violan su reglamento, que prohíbe la exhibición de "mensajes de naturaleza política, ideológica, religiosa, injuriosa o provocadora" en las competiciones que organiza.

El Celtic de Glasgow, por ejemplo, fue sancionado en 2016 después de que sus aficionados sacaran una decena de banderas palestinas durante un partido de la fase previa contra el club israelí del Hapoel Beer-Sheva.

Y por el polémico tifo de sus aficionados, el Legia fue multado con 35.000 euros. La respuesta no tardó en llegar. Días después, los hinchas del club polaco volvieron a desplegar otro mosaico que representaba a la UEFA como un cerdo gigantesco vestido con un traje con el símbolo del euro.

"El hecho de desafiar a las instancias es algo importante dentro de la psicología de los grupos ultras" puesto que "más allá de ciertos grupos que tienen un color político muy determinado, la única opinión que une a los ultras de toda Europa es la lucha contra la mercantilización del fútbol", explica Sébastien Louis.

Al contrario, ¿cómo entender la intransigencia de la UEFA hacia los mensajes políticos? Para Ludovic Lestrelin, "la posición de los organismos deportivos es ser apolíticos" porque "la política se percibe como una fuente de conflictos, mientras que las canchas deportivas se entienden como lugares de reconciliaación y superación de fracturas sociales".

"En la medida en la que hay un claro aumento de los intereses económicos y una creciente 'espectacularización' del fútbol, este posicionamiento va hacia la neutralidad ante toda expresión que podría ir en contra (de esta tendencia) y desnaturalizar a ojos de los patrocinadores la lógica de lo que debe ser el deporte", añade.

Pero el apoliticismo en el fútbol es un "mito que no se aguanta mucho tiempo", destaca Sébastien Louis, citando por ejemplo al París SG, convertido en uno de los elementos clave de la estrategia de "influencia" de Catar para hacer frente al "bloqueo impuesto por sus vecinos", o del "instrumento geopolítico" que representa el Mundial-2018 para Rusia.

afp/livefutbol