10.10.2014 10:57 h

En Aldershot prefieren una familia al lustre de la Premier

El Aldershot Town de la quinta división inglesa está muy lejos del brillo de la Premier League, pero sus hinchas no lo cambian por todos los millones ni por todos los trofeos del mundo.

Se trata del equipo de Aldershot, una localidad de 39.000 habitantes a unos 60 km de Londres en dirección sudoeste. Entre las banderas y pancartas que sus hinchas colocan tras la portería del viejo estadio -85 años- del club, reina la sensación de ser una familia, y no una marca comercial.

Pero, como demostraron los recientes problemas financieros que colocaron al equipo al borde de la desaparición, ser una familia no es la mejor posición para afrontar las exigencias del fútbol de hoy en día. La AFP visitó el estadio, con capacidad para 7.100 espectadores, cuando el equipo se enfrentaba a su gran rival, el Woking, cuyo arranque de temporada le permite soñar con el ascenso.

"Apoyar al Aldershot no fue nunca una cuestión de títulos", explicó en el descanso Ben Blundell, uno de los aficionados que anima la grada con su tambor. "Puedo charlar con mi delantero favorito fuera, no es un problema, mientras que ni siquiera podría darle la mano a Didier Drogba", el jugador marfileño del Chelsea, añadió. "Me siento unido al club, me siento querido, soy parte de una familia", sentenció.

Siendo de un club modesto "te sientes más conectado con los jugadores y los hinchas son más leales", coincidió Alfie Caudwell, un aficionado del Aldershot de 15 años. "Hay mucho más ambiente, muchos más cantos. He estado en Stamford Bridge y no cantan mucho", añadió, comparándolo con el estadio del Chelsea. "Nuestro apoyo marca la diferencia", dijo Martin Choularton. "El dinero con el que pagamos las entradas ayuda a traer jugadores".

Todo el mundo se conoce

Los aficionados jóvenes como Caudwell se reúnen en la tribuna Este, donde los partidos se ven de pie, o mejor dicho, saltando y cantando canciones soeces al ritmo de percusionistas de apodos como "Rock'n'Roll Steve" y "Elvis". El entrenador Andy Scott, que llegó a jugar en la tercera división inglesa, explicó a la AFP: "cuando no hay mucho público, todo el mundo se conoce". "Beben en los mismos pubs, están juntos en las gradas, y se convierten en un grupo que se reúne, se une y es una sola voz", argumentó.

Cuando las dos aficiones rivales se cruzan, saltan chispas, por eso están separadas por una especie de "tierra de nadie" en el estadio. Las cosas alcanzan un punto álgido cuando uno de los hinchas del equipo visitante logra correr hasta casi donde están los locales para festejar el que será el único gol del partido, para el Woking, pero los agentes de seguridad logran frenarle.

Geoff Pearson, un profesor de la Universidad de Liverpool experto en fútbol, afirma que los equipos enemigos se necesitan. "Existe una necesidad inherente de tener rivales en los que concentrar el odio", dijo a la AFP. "Realza el valor de lo que su equipo significa para ellos". Cualquier tragedia que afecte a alguien relacionado con el club es sentida por todos.

Cuando uno de los hinchas de la tribuna Este, Steve Chapman, de 33 años, un veterano de la guerra de Irak, se suicidó poco después de la Navidad de 2011, el club le dedicó un minuto de silencio. Sus colegas de grada le recuerdan a veces con el cántico "There's only one Stevie Chapman" (Sólo hay un Stevie Chapman), y fuera del estadio hay una placa en su memoria.

Chapman era uno de los muchos soldados de Aldershot, donde el ejército británico tiene su principal base y donde muchas tiendas son propiedad de antiguos gurkhas, el famoso cuerpo de nepalíes dentro del ejército inglés.

El centro de la comunidad

El club sufrió una reestructuración en 1992 tras caer en bancarrota y en 2013 hubiera corrido la misma suerte si no llega a ser porque lo compró un consorcio encabezado por el empresario y filántropo local Shahid Azeem. El Aldershot tiene buenas relaciones con el Chelsea. El equipo "B" del Chelsea viene aquí a jugar sus partidos y los anuncios del club del magnate ruso Roman Abramovich son visibles en el estadio.

No hay peligro de que el pez grande se coma al pequeño, la relación con el Chelsea no menoscaba el sentimiento hacia el Aldershot. "Somos el centro de la comunidad", dijo a la AFP Azeem en el césped del estadio.

Para los hinchas, ir al estadio es una cuestión de orgullo, de deber familiar. Para el club, y para cientos de equipos similares, es una cuestión de supervivencia.

afp