09.10.2015 17:38 h

El fútbol brasileño se aleja de la playa

Brasil sigue notando la ausencia de Neymar Júnior, ahora en las eliminatorias. (Foto: Getty)
Brasil sigue notando la ausencia de Neymar Júnior, ahora en las eliminatorias. (Foto: Getty)

Los futbolistas brasileños bailan con el balón pegado a los pies, sus pases son de una efectividad matemática y sus tiros a puerta una condena para el arquero. Lástima que este grupo de chicos que juega en la playa de Copacabana no sea la verdadera 'canarinha'.

La selección brasileña cayó el jueves 2-0 ante Chile en la primera fecha del torneo clasificatorio para la Copa del Mundo 2018, por primera vez en un debut de eliminatorias, continuando la caída en picada que comenzó en su Mundial el año pasado. 

Claramente, el equipo que colapsó en la derrota 7-1 ante Alemania en su propia casa el año pasado, y luego fue eliminado por Paraguay en la Copa América, perdió el aura que durante décadas hizo que Brasil fuera sinónimo de genio futbolístico. Los once de Dunga, sin la superestrella del Barcelona Neymar, fueron derrotados una vez más, ahora en Santiago, y deberán lamer sus heridas antes de enfrentar a Venezuela el martes.

Teniendo en cuenta los problemas que embarran al 'futebol', que se extienden desde la corrupción en las instituciones hasta el cambio en el tradicional estilo de juego de la selección, los brasileños ven con preocupación el futuro de un deporte que forma parte de su identidad social.

"Mucha menos gente sueña ahora con ser jugador de fútbol", afirma Eduardo Oliveira, quien ya lo intentó en el pasado, mientras devuelve pases a sus hijos, de seis y cuatro años, con las olas de Copacabana de fondo. "Eso es consecuencia de todo lo que está ocurriendo, de la desilusión", añade.

La arena de la playa más icónica de Río es una vidriera de las habilidades que parecían venir en el ADN de los brasileños y que derivaron en el conocido 'jogo bonito', una forma de entender el fútbol con la que el país pentacampeón del Mundo marcó la historia de este deporte. En cuanto el sol se esconde entre los morros de la ciudad, jugadores de todas las edades se adueñan de la arena y demuestran su impresionante dominio del balón.

El fútbol en la sangre

Hasta en un partido entre niños, la pelota no deja de moverse entre veloces regates y pases cortos, a un nivel difícil de ver en otras partes del mundo. Los domingos también pueden verse en la playa reñidos partidos de ligas para adultos. 

"Acá enseñamos a jugar con los dos pies. No nos centramos en la parte física", explica Felipe Soares, quien a sus 27 años trabaja en el Centro Esportivo de Praia Geracao, un programa con apoyo del gobierno que enseña fútbol playa a los niños pobres. "Lo que importa es el movimiento y el juego, la esencia del fútbol brasileño", cuenta.

Tras un paseo por la arena de Copacabana, el declive de este país de 204 millones de habitantes en el fútbol mundial resulta todavía más desconcertante.

Los hinchas están de acuerdo, sin embargo, en que el problema no está solo en la cancha. Gran parte de la culpa es de la corrupción que parasita las instituciones que rigen el fútbol brasileño, de la misma manera que ocurre en el ámbito político o económico del país más grande de Sudamérica.

Para Oliveira, un defensa de 31 años que llegó a hacer una prueba con el Botafogo de Rio, la corrupción en la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) es la principal responsable. "Tenemos grandes talentos en Brasil, pero lamentablemente hay demasiada corrupción, que hace que sus carreras las decidan los intereses de algunas personas, como todo lo que ocurre aquí", lamenta.

Otro factor que citan los aficionados es la evolución hacia el fútbol más físico de los últimos años, que neutraliza en parte las habilidades del alegre estilo brasileño de otras épocas. "El fútbol ha evolucionado mucho y la parte física se ha hecho cada vez más importante. Eso nos ha hecho daño", considera Soares.

Cambio de tendencia

Un poco más allá en la playa, donde varios adultos juegan al complicado futvoley -en el que se pueden usar los pies y la cabeza pero no las manos-, Leo Lindoso opina lo mismo. "El fútbol antes era muy técnico y ahora la parte física es la que domina, como ocurre en el tenis y otros deportes", afirma este carioca de 34 años, mientras los jugadores combinan cabezazos y tijeras.

Entre la corrupción, la evolución en el juego y una formación que prioriza la venta de jóvenes talentos a cambio de lucrativos contratos en el extranjero, muchos brasileños reconocen que están perdiendo pasión por su selección. "No es como antes, cuando conocía a cada futbolista. Ahora todos juegan fuera", añade Lindoso con tristeza. "La gente ya no siente esa conexión con ellos. Nosotros sufrimos aquí mientras ellos ganan millones", zanja.

Aunque no toda la esperanza está perdida. A la pregunta de si la 'seleçao' de Dunga caminará con firmeza por las eliminatorias, el profesor Soares no duda un instante. "Brasil es siempre la favorita", afirma con la superioridad que dan cinco copas del Mundo. "Incluso cuando juega mal".

afp/livefutbol