13.06.2014 02:48 h

Cuiabá completa su lavado de cara

Pantanal
Pantanal

La sede de Cuiabá del Mundial de Brasil 2014, que el viernes acoge el duelo entre Chile y Australia perteneciente al grupo B, ha sometido a su red de carreteras a un lavado de cara de grandes proporciones.

A pesar de ser la más pequeña de las 11 ciudades que se reparten el Mundial, Cuiabá puede estar orgullosa de contar con la mayor obra de transportes. Los aficionados que han ido llegando esta semana al aeropuerto se han sorprendido de un asfalto propio de un paisaje lunar, pero a diferencia de la luna, sin la espectacular vista de la tierra.

Una avalancha de agujeros en el piso hechos por los obreros son un verdadero peligro para cualquier aficionado a la caipirinha; ademas de montículos de arena, hormigoneras y camiones de carga haciendo sonar los cláxones, que pueden ser un suplicio para cualquiera que visite Cuiabá y opte por alquilar un coche. El terreno parece más adecuado para un 4x4 o un tanque Sherman.

Un largo camino para estar listo

"Es un desastre, pero una vez se termine nos hará la vida más fácil", señala Eduardo, un taxista resignado. Al igual que la ciudad, el estadio para el Mundial, el Arena Pantanal, ha vivido un largo camino para estar listo este viernes y acoger tres partidos más de la primera fase. Además la construcción del recinto se ha visto oscurecida por la tragedia, cuando un trabajador murió electrocutado el pasado mayo.

Este jueves una cuadrilla de obreros desafiaba los 34 grados de calor para dar los toques finales a escasas 24 horas de la puesta de largo. Los 15.000 asientos que reclamó el secretario general de la FIFA Jerome Valcke en abril ya están colocados y parece que la organización, 'in extremis', ha cumplido con lo acordado. En el plano emocional, Cuiabá, que se enorgullece de estar situada justo en el centro de América del Sur, ha tardado en sucumbir a los encantos de la Copa del Mundo.

Australianos con mochilas

El jueves por la mañana un puñado de australianos con mochilas en la espalda reservaba sus hoteles, mientras que bajo la sombra de los árboles de la Praça de la República un grupo de chilenos ataviados con camisas rojas tomaban jugo de coco mientras destacaban las virtudes de la estrella de la selección, el jugador del Barcelona Alexis Sánchez.

En otra plaza, en el centro histórico de Cuiabá, un vendedor ambulante llamado Mathieus hacía su agosto vendiendo camisetas de Brasil para los residentes de la ciudad. "Por fin estoy haciendo algo de dinero", sonrió y explicó que le había costado dar salida a la mercancía de temática mundialista.

 4.500 kilómetros en coche

En las cercanías del estadio, grupos de chilenos acampan esperando el debut de su selección, que parece que tendrá un gran apoyo en las gradas ante los Socceros. Una caravana de unos 800 coches ha completado los 4.500 kilómetros entre Chile y Brasil a través de los Andes y de Argentina para seguir a la Roja. 

"Va a ser como un partido en casa contra los australianos, habrá cerca de 20.000 de los nuestros", dijo con orgullo Hugo Méndez, llegado de Santiago. Tras el debut, Cuiabá albergará el duelo entre Rusia y Corea del Sur, luego Nigeria ante Bosnia y finalmente Japón contra Colombia.

afp